Heroica y valiente defensora del patrimonio que la hacen viva, y de arquitectura esplendorosa que la hacen única e inigualable, se muestra altiva mi ciudad, que se engalana al mostrar con orgullo sus balcones florecidos desde lo más alto de cada casa colonial; asomados en ellos podemos recorrer con nuestra mirada sus callejuelas iluminadas, por donde transita errante el galopar de cada caballo que tirando de un coche pasean con romanticismo a todos los enamorados de esta ciudad.
El contraste de ese mar azul, penetrado por el resplandor plateado de una luna enamorada, el va y ven de las olas, el embrujo soplo de la brisa caribeña, que golpean suavemente las pieles de aquellos que pasean descalzos sobre las finas arenas de la playa y que al pasar por ella dejan marcadas sus huellas, así como quedará marcado cada momento vivido en la mente de quienes visitan esta mágica y romántica ciudad amurallada
